Quizás el Naturalismo es realmente la belleza más pura, la similitud más cercana, el sinónimo real del arte. La cruda realidad, a veces de mal gusto, es probablemente de los aspectos más importantes en la literatura mundial. Somos animales, al fin, y lo escrito acerca de nosotros debe representar la verdad. Luís Bonafoux se luce ante muchos otros, al traer una realidad en papel que mezcla diversos géneros y opiniones, y establece una posición única, si no dominante, ante los demás.

El cuento ‘La carne rubia’, escrito en el 1886, demuestra perfectamente el estilo particular de Bonafoux. Obsesionado con el Naturalismo, sus descripciones tienden a ser severas y tocan los temas de una manera fuerte. Pero, ¿qué diferencia a éste de los demás? Bonafoux escribe un Naturalismo diferente, respectivo probablemente a algún gusto personal de él. Llamaré este estilo de Bonafoux ‘Naturalismo Liviano’. ¿Por qué liviano? En los cuentos de Luís siempre se encuentra lo ‘feo’ del Naturalismo pero lo adjunta a una trama más liviana de lo normal. No entra en muchos detalles de sus personajes, no explica el cómo, o porqué las cosas se deben a como son, ni cómo deben mejorarse. Sus temas no son del bajo mundo –la mayoría de las veces-, y tal vez lo más particular de Bonafoux es que siempre incluye un elemento humorístico.

...es bueno recalcar en estas lecturas porque van más allá de un cuento, son una estampa universal; son relatos de humanos, para humanos.

‘La carne rubia’ es un cuento terriblemente triste. Tenemos un hombre, Manolo, que aunque siempre había sido excéntrico, ateo y ermitaño, se enamora. Se enamora con una magnitud increíble, de una muchacha hermosa. Ante sus amigos él demuestra una indiferencia ajena pero en privado es completamente lo opuesto. Le confiesa a su mejor amigo, un día durante un paseo, que hacen el amor carnal constantemente y que todo con ella es tremendo. Aunque él la rechazó anteriormente, se rindió ante ella indefenso. Resulta todo en un matrimonio de verano. Manolo la deja, comparando su vida con una herida infectada que tiene que hacerle un tajo para que se mejore. Su incapacidad de comprometerse a una relación, lo lleva a herir la mujer que ama y a él casi lo mata. Trata de justificar sus acciones con argumentos vacíos, cuando el mismo cuento te demuestra los sentimientos reales de todas las partes.

El cuento demuestra una mentalidad confundida de un hombre pero expone varios puntos mas humorísticos en sus personajes. Los dos principales, Manolo y Juan, son mejores amigos pero son opuestos. Son la representación del bien y el mal. Uno es precavido, amigable, cuidadoso y gentil, mientras Manolo es lo contrario, un rebelde sin causa, que prefiere el aislamiento y los amores rápidos. No es lo único cómico que escribe el autor en el cuento, de vez en cuando se lee algo que da gracia, aunque sea un humor seco. En un momento comenta sobre el matrimonio de Manolo: “Eso bueno tienen los matrimonios en coche: se disuelven tan pronto como deja de rodar el vehiculo.” En otra ocasión, Juan entra a la casa de Manolo y éste está caminando por su sala con un maletín, la explicación de Manolo es “…viajo un poco por mi sala.”

Bonafoux toma mucho cuidado con sus descripciones. Describe el área donde vive Manolo como un campo frío y desolado, el camino para llegar ahí era horrible. Al principio, presenta el hogar de Manolo como una casita con un paredón mohoso, con árboles limpios por el invierno; “una tumba a flor de tierra”. Y al final, el paredón mohoso y los árboles secos en la distancia, con la silueta de Manolo, es una de las imágenes más tristes en todo el cuento.

El lenguaje de Bonafoux es divertido. No es demasiado rebuscado, ni muy simple. Es fácil de leer y nada distrae al lector. La trama no es difícil de creer, es bien humana. Tiene un humor casi picaresco, casi retando al lector a reírse. Incluso, tal vez un chiste interno, hace referencia a sí mismo y a otros escritos de Bonafoux, como si Manolo fuera el autor.

Es un tremendo cuento que utiliza elementos de varios géneros y estilos. Se puede notar un final que no es ‘efectista’, o exagerado. De hecho, el final cierra con un toque de humor irónico: “…y sobre todo, coma usted mucha carne rubia”. Es un final suave, sencillo, normal. Como si el mundo no terminara en esa última página.

El cuento, y todos los trabajos literarios de Bonafoux son eternamente recomendados. Para generaciones nuevas y antiguas, es bueno recalcar en estas lecturas porque van más allá de un cuento, son una estampa universal; son relatos de humanos, para humanos.

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