Monólogo Interior

Mi intento de un monólogo interior.

Aquí sentado. El guardia éste preguntándome qué quiero comer en mi última cena, y ¿qué se supone que le conteste? ¿Qué se yo? ¡Es mi última cena, maldita sea! ¿No se supone que me den de todo, que me den para escoger? ¿No hay un menú con fotos, no hay un mesero que pueda consultar, un especial de cocinero? ¿Tengo que decidir en una sola cosa? ¡Que me den de todo! ¡Es mi última cena, maldita sea! Y, ¿cómo se supone que pueda optar por lo mejor bajo tanta presión? Estos guardias brutos no entienden. El paladar es algo fino, delicado, requiere pensamiento, requiere raciocinio para satisfacerlo después de todo. Cuando como me gusta deleitarme, disfrutar cada sabor, cada sensación, cada olor. ¿No hay un entremés, o sopas, o ensaladas para antes del plato principal? ¿Y después qué? ¿Cómo voy a bajar la comida, o quitarme el sabor? Necesito algún postre, un flan, o bizcocho, un chocolate, un sorbete de limón al cava, algún vino tinto, algún licor, un brandy por lo menos. No puedo sólo escoger algo al asar, no puedo contestar algo rápido, lo primero que se me ocurra, o para salir del paso. ¡Eso sería absurdo! ¡Es mi última comida, maldita sea! Y, ¿qué pasa si no contesto? ¿Pondré al estado penal en pausa? ¿Se quedará el momento final de mi vida estático, eternamente enjaulado hasta que pueda decidir en una sola simple, mísera cosa que ni importa el resultado de mi decisión porque tal vez ni me recuerde de lo que comí en mi última cena cuando muera y conozca lo que nadie vivo sabe? Tal vez mejor ni comer.

1 comments:

me hiciste dar ganitas de comer. (comentario boludo no? ^^)

February 4, 2011 at 9:52 PM  

Newer Post Older Post Home