Admito que Quiroga es mejor que yo pero siempre me gustó su interés en los animales. Así que aquí va mi intento a hacer un cuento con animales:
El rey Dionisio
Los esclavos prepararon la última comida del día y se mantuvieron alerta a las ordenes del rey Dionisio. Cuando llegó al comedor, inspeccionó el banquete y sentó su cuerpo orondo en una cama, dado a que no existía una silla que pudiera soportar su peso. Sus brazos no eran largos suficientes para abrazar su gordura, así que tenía sirvientes entrenados para que le empujaran toda la comida que pudiera engastar en su boca. Los demás esclavos, cubiertos sólo por una tela sucia amarrada en la cintura, observaban con penuria mientras la comida se desaparecía frente a ellos.
Al terminar de comerse el banquete solo, le tiró un pedazo de pollo a los sirvientes y llamó a las esclavas para que lo bañaran. Los sirvientes se repartieron el pollo entre ellos y saborearon el único mordisco de comida que tendrían en el día.
En las afueras del castillo, los habitantes del pueblo y los animales carnívoros de la jungla se mueren de hambre. Todas las mañanas, los grupos de cazadores del rey entran en la jungla y recogen todo lo comestible para guardarlo en un almacén privado.
Esa noche, los tigres, teniendo hambre y nada para comer, olfateaban ferozmente siguiendo el único rastro de carne que encontraban en el aire. Se reunieron frente a las entradas del pueblo, donde ocurrió una recolecta de todos los animales hambrientos que fueron llamados por la comida almacenada del rey. Invadieron el pueblo y corrieron por las calles gruñendo y salivándose, dirigidos directamente hacia el castillo. Ignoraron los residentes, que se escondían en sus casas y miraban por las ventanas la ola de alimañas y cuadrúpedos salvajes.
El estruendo llegó hasta el cuarto del rey, donde dormía en una cama enorme, y lo despertó. Sin poder ver lo que ocurría, ni poder salirse de la cama solo, gritó a sus esclavos para que lo buscaran pero nadie fue. Los esclavos y los sirvientes se escaparon cuando vieron los animales feroces regarse por los pasillos del castillo y mordiendo cualquier persona que encontraran de frente. El único que quedaba dentro era el rey Dionisio y temblaba con miedo, lloraba porque nadie lo fue a rescatar.
Después de apoderarse del castillo, el tigre más grande caminaba lentamente por un pasillo, buscando la comida que sentía tan fuerte en su nariz. Detrás de él, otros lo seguían, hasta que llegaron a una puerta abierta donde vieron una cama enorme, con un cuerpo gigantesco acostado. Los tigres se lamieron los labios mientras se subían a la cama del rey. Dionisio les tiró con cojines, les gritaba, trataba de ahuyentarlos pero lentamente más y más tigres se treparon encima de él. Cuando escucharon los gritos, los esclavos sonrieron y abrieron las puertas del almacén para repartir la comida entre los del pueblo y los animales.
Al terminar de comerse el banquete solo, le tiró un pedazo de pollo a los sirvientes y llamó a las esclavas para que lo bañaran. Los sirvientes se repartieron el pollo entre ellos y saborearon el único mordisco de comida que tendrían en el día.
En las afueras del castillo, los habitantes del pueblo y los animales carnívoros de la jungla se mueren de hambre. Todas las mañanas, los grupos de cazadores del rey entran en la jungla y recogen todo lo comestible para guardarlo en un almacén privado.
Esa noche, los tigres, teniendo hambre y nada para comer, olfateaban ferozmente siguiendo el único rastro de carne que encontraban en el aire. Se reunieron frente a las entradas del pueblo, donde ocurrió una recolecta de todos los animales hambrientos que fueron llamados por la comida almacenada del rey. Invadieron el pueblo y corrieron por las calles gruñendo y salivándose, dirigidos directamente hacia el castillo. Ignoraron los residentes, que se escondían en sus casas y miraban por las ventanas la ola de alimañas y cuadrúpedos salvajes.
El estruendo llegó hasta el cuarto del rey, donde dormía en una cama enorme, y lo despertó. Sin poder ver lo que ocurría, ni poder salirse de la cama solo, gritó a sus esclavos para que lo buscaran pero nadie fue. Los esclavos y los sirvientes se escaparon cuando vieron los animales feroces regarse por los pasillos del castillo y mordiendo cualquier persona que encontraran de frente. El único que quedaba dentro era el rey Dionisio y temblaba con miedo, lloraba porque nadie lo fue a rescatar.
Después de apoderarse del castillo, el tigre más grande caminaba lentamente por un pasillo, buscando la comida que sentía tan fuerte en su nariz. Detrás de él, otros lo seguían, hasta que llegaron a una puerta abierta donde vieron una cama enorme, con un cuerpo gigantesco acostado. Los tigres se lamieron los labios mientras se subían a la cama del rey. Dionisio les tiró con cojines, les gritaba, trataba de ahuyentarlos pero lentamente más y más tigres se treparon encima de él. Cuando escucharon los gritos, los esclavos sonrieron y abrieron las puertas del almacén para repartir la comida entre los del pueblo y los animales.
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