Andando con tranquilidad y paz interna, dándome cuenta de lo hermoso que es el día, zumbando una tonada en mi mente, saltando con alegría y felicidad, una sonrisa apoderándose de mi cara, el viento rozándome la cabellera, el sol calentándome la piel, mirando con interés el vagabundo que venía acercándose lentamente, mientras yo iba saliendo del correo central, me detengo para cederle el paso.

Me agarra la mano, me habla con una voz ronca y aliento apestoso:

- Con su permiso, ¿conoce de algún trompetista?

Por tres segundos lo miro, mi mente en blanco.

- No.
-Ok, gracias. Tenga un buen día.

Todavía no entiendo…

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